Pastel de dátil: dulce ecológico rápido y fácil
- enero 18, 2022
(Nota para impacientes: la receta viene al final.)
Hoy me voy a meter en camisa de once varas y me atrevo con una receta. Me considero bastante torpe en la cocina, así que no voy a recomendar nada elaborado ni complejo, sino algo sano, sencillísimo y que, de hecho, ni siquiera requiere mucho trabajo. Pero está delicioso y es una de las pocas cosas que yo reconozco comer la mayor parte de los días.
Se trata de una simple combinación a la que llamaremos “pastel de dátil”. No es un pastel, pero sí tiene el dátil como principal ingrediente.
Empezaré contando que llegué yo mismo a esta receta, pero que después la he visto en algún libro de comida sana o en algún blog. No pretendo ni mucho menos atribuirme la idea: lo que quiero es difundirla porque es algo fácil, sano, súper-nutritivo y, para mí, una de las combinaciones dulce-salado más ricas que he comido nunca. Y la prueba de que más gente haya llegado a la misma conclusión refuerza mi idea de que merece la pena compartirla.
En mi caso, hubo una época en la que el trabajo me obligaba a conducir mucho y con frecuencia no tenía tiempo para parar a comer. Así que caía a menudo en la trampa de comprar cualquier cosa en una gasolinera y matando el hambre de la peor manera posible.
Aunque las cosas han mejorado algo, la verdad es que resulta bastante difícil encontrar algo que comer medianamente decente en una gasolinera, y hace unos años era casi imposible ingerir nada mejor que unos donuts y patatas fritas. Por eso no tardé en buscar una manera de evitar esas dietas suicidio.
Lo primero que se me ocurrió es llevar en el coche una pequeña provisión de comida sana que me aportara algo de energía rápida y que pudiera consumir con facilidad en cualquier parada. Pronto incorporé las nueces y las manzanas, vituallas que no dejaron ya nunca de acompañarme, pero que se quedaban un poco escasas como propuesta.
Aunque consiguiera buenas nueces peladas de procedencia ecológica y sabrosas manzanas de huerta que me perfumaban el coche, el menú resultaba demasiado benedictino para mí. Un día se me ocurrió comprar unos higos secos, y la combinación de éstos con las nueces fue un hallazgo que todavía recomiendo a cualquiera.
Pero seguí con la búsqueda de frutos que pudieran compensar la sequedad de las nueces, y así llegué hasta los dátiles.
Desde entonces me he ido haciendo un verdadero experto en tipos de dátiles y en diversas combinaciones de cremas que puedan ligarlos a la áspera sequedad de la nuez. Y así llegué hasta la fórmula perfecta que os voy a recomendar hoy: incorporé la pasta de almendras ecológicas.
Ya sé que la introducción ha sido demasiado larga, pero era la única manera de vestir un poco esta receta, para que su sencillez no oculte su delicadeza insuperable.
Y aquí va la receta: necesitamos nueces de temporada, dátiles de la variedad medjoul y pasta de almendra.
Las nueces: aunque está muy extendida la nuez californiana, en España tenemos excelente calidad de una nuez de morfología más pequeña, menos vistosa, pero muchísimo más sabrosa. Las de producción ecológica garantizan el mejor sabor y son siempre de temporada, ya que al no estar tratadas con conservantes al cabo de diez o doce meses pierden toda la humedad y se acartonan.
Los dátiles: la variedad medjoul es la de los dátiles enormes y muy carnosos. En las tiendas ecológicas se pueden encontrar todo el año, y hay producción nacional de muy buena calidad. Cuando están muy frescos son enormemente jugosos, pero pueden durar hasta un año sin perder cualidades nutricionales, y aunque se vuelven un poco más secos siguen siendo sabrosísimos.
La pasta de almendra: se trata directamente de almendras enteras o peladas, trituradas y conservadas en su propio aceite. Se encuentran siempre en tiendas ecológicas.
El proceso:
1 Se abre el dátil por la mitad y se divide en dos partes. Se retira la pequeña pepita central.
2 En cada una de las partes se pone una cucharadita de café de pasta de almendra.
3 Sobre esto, se añade media nuez.
Y ya está listo para consumir.
Recomendable como desayuno, como postre o como comida de emergencia para jóvenes comerciales que tienen que conducir mucho y no tienen paciencia para parar a comer.
El largo relato de esta receta es, en realidad, una buena ilustración del típico proceso de búsqueda del consumidor que empieza a introducirse en lo ecológico. Así, creando itinerarios de indagación personal que parten de inquietudes concretas, llegamos a soluciones alimentarias muy sanas, estimulantes, nutritivas y respetuosas con el medio ambiente, de una forma espontánea y natural.
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